De día es poeta, de noche fugitiva,
escribe sonetos,
a diestro y sinistro,
para no sentirse una proscrita,
para no estar perdida.
Dibuja en sus canciones,
eternos e inflamables lugares,
donde nadie la encuentre,
donde nadie la busque,
donde el alma la ciegue.
Huye despavorida,
se esconde tras una orquídea venenosa,
se sienta a leer,
se mira,
le gustan sus pies.
Pisa fuerte en su huída,
pisa fuerte y tropieza,
fuerte aterriza,
más fuerte se levanta y se calza,
ahora la suerte está de su lado,
se inclinó la balanza y ella retoma su andanza.
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