Si tú te vas, ninguna guerra ni ninguna paz merecerán la pena.

Hace tiempo conocí una mariposa libre que vivía en cautividad.

Sé, de buena mano, que sus planes eran escapar lo antes posible de esa jaula que la aprisionaba para poder batir las alas libremente, para poder sentirse viva.

Ahora es libre, sí. Pero al intentar salir de la prisión que la mataba día a día, pese a que la ilusión que encendía la llama de su vida tras cada crepúsculo era tan extraordinaria como el amor que sentía por la libertad, se partió las alas en la huída...y ahora es libre, pero no puede volar...

Quizás algún día le reparen las alas, o quizás, con todo el dolor del mundo, tenga que aprender ella sola a curárselas, aunque el dolor sea más fuerte que la utopía.

TE ESPERO A DUERMEVELA.