" Hazles comprender que no tienen en el mundo otro deber que la alegría" Paul Claudel.

Es difícil proponerse la alegría como norma dadas las circunstancias personales y globales de cada uno ( y de todos)...

Piensa que un día te puedes levantar enérgic@ y con ganas de todo, optimista pese a que hace frío y no hayas cogido abrigo, pese a que llueva y no lleves paraguas, pese a que pienses en cocinarte tu comida preferida al llegar a casa y que no queden tomates...

Piensa que cerca de ti, muy cerca, diría que tan cerca que ni lo ves, hay alguien que tiene que aguantar insultos en su propia cara por un marido que ya ni la toca para otra cosa que no sea darle una bofetada...¿Te imaginas qué debe sentir en su piel?

La piel es el órgano más sensible del cuerpo, cuando te pinchas, cuando te besan, cuando te pellizcan, cuando te cortas...Te duele, te extremeces, te excitas, te enfadas, sangras...

Quizás ella era optimista pese a todos los pesares, ahora su piel sólo sirve para aglutinar moretones, heridas...y por dentro, para cubrir un alma seca, vacía, que ya no se extremece, que dejó de sentir, de estar conectada con el mundo...es una envoltura inerte, una armadura que día a día se va endureciendo más... Claro...Olvidó que tenía como norma la alegría, pero claro, es que la piel se hizo tan sumamente dura que ni el sentimiento más pura, transmitido por el aleteo de una mariposa sobre su nariz, la caricia de una madre, o el beso de un bebé podrían penetrar en ella... Ya era tarde, se había convertido en piedra.