Strip- tease

Quítate el sombrero,
si lo tienes,
quítate el pelo,
que te abandona,
quítate la piel,
las tripas, los ojos,
y ponte un alma.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Por si algún día me lo pedías.


Ayer, mientras dormías a mi lado, me deslicé por las sábanas lenta y delicadamente para no interrumpir ni tu sueño, ni tu acompasada y agradable respiración.

Conseguí ponerme de pie en la cama, pero lo suficientemente alejada como para no moverte.
Estaba desnuda, así que me enrollé ese foulard que tú me regalaste alrededor del cuerpo. Por fin apoyé mis fríos pies en el suelo.
Antes de empezar a caminar te miré; dormías como un bebé, dulce y plácidamente, con expresión de paz y mariposas, como yo suelo decir.

Al fin me dispuse a buscarla. Primero cogí tu pantalón. Miré por todos los bolsillos, pero nada. Ahí no estaba.
Dubitativa continué buscando. Fui a tu bolso, grande y oscuro. ¿Cómo buscar dentro de él sin un ápice de luz en la habitación salvo los tímidos rayos que se colaban por las últimas rendijas de tu persiana? Abrí la cremallera con cuidado, como si fuera a desmoronarse de un momento a otro. Allí estaba... pequeña, fría, deseada...

Me vestí rápidamente, como si de ello dependiese mi vida. Ni siquiera me puse camiseta, sólo mi abrigo y unos vaqueros. Salí sigilosamente de la habitación y entorné la puerta, para no hacer ruido al encajarla para cerrarla completamente.

De repente, me vi en tu ascensor, como un pajarito encerrado en una jaula, mas corrí, corrí tanto que sentía el frío rasgarme la garganta, sentía mi piel tiritando, erizada.
Al fin conseguí llegar: -Una copia, por favor.- Ese señor la metió en una especie de sobre de papel...ERA MÍA. La introduje en mi bolsillo trasero, la pagué y salí de allí sin siquiera decir adiós (maleducada temerosa).

Abrí tu portal, subí al ascensor. Esta vez era diferente, me sentía a salvo y a gusto en la "jaula". Abrí la puerta de tu casa, todo en silencio. Comencé a desvestirme en cuanto cerré la puerta. La cogí, no la copia, sino la original, con una mano. La ropa, toda, en la otra (con ella dentro del bolsillo de mi pantalón).
Abrí la puerta de tu habitación como pude...¡Dormías! Con esa expresión de paz y mariposas... La dejé en tu bolso y lo cerré. Lo puse tal y como estaba, bajo tu jersey azul. Abandoné mi ropa a su suerte sobre tu silla.
Subí un pie a la cama, con cuidado el otro. Cual serpiente, me introduje de nuevo entre las sábanas. Froté mi cuerpo contra las sábanas e incluso utilicé mis manos para calentarme realizando movimientos ascendentes y descendentes. Decidí tocarte para ver si mis manos aún seguían frías. Te moviste y me dijiste entre el sueño y la vida, - Anda, para, que tengo sueño.- y me abrazaste de manera que no pudiera tocarte con las manos.

Mientras contemplaba la pared y sentía tu pecho contra mi espalda, recordé que ya la tenía. Tenía la llave de tus entrañas, por si algún día querías que entrara en ellas, que las abriera de par en par para tocarlas, amarlas... Cerré los ojos y me concentré en tu respiración. Después de eso no recuerdo nada, salvo el amor.


2 comentarios:

  1. Hola.
    Gracias por la visita al blog; es de agradecer el poder contar con tu opinión.

    Mmmm..., cómo logras mantener la atención del lector, ponerlo alerta con esas palabras tan embriagadoras y tiernas, ternura que llega incluso a doler. Maravilloso.

    Un saludo.

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  2. Ojalá supiese mantener la atención del/la lector/a... Sólo escribo lo que me sale de dentro.
    :)

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